Queremos ser una librería cargada de futuro: una librería como las de antes.
Hubo un tiempo en que los escritores y los artistas eran auténticas estrellas capaces de influir en el espíritu de su época y que no se contentaban con pedir limosna a la actualidad; un tiempo en el que las librerías eran santuarios a los que se acudía buscando mucho más de lo que se puede encontrar en un almacén.
Pensamos en la Shakespeare & Co. de París: editorial, refugio y centro cultural (está claro que nos gustaría ser su equivalente en España). Pensamos en la City Lights de San Francisco, ágora de la revolución beat. En la Librería de los escritores, encabezada por Mijaíl Osorguín, último reducto de libertad e independencia moral en la Rusia del terror.
Pensamos en tantas librerías maravillosas que la rapacidad del presente ha terminado matando para beneficio de unos pocos y desgracia de millones. Librerías entre cuyas estanterías nacieron escritores, artistas, músicos, cineastas, actores, pero también locos, dementes, profetas, políticos y otros Quijotes necesarios para que una sociedad sea libre y sueñe. No hace tanto de ese tiempo. En realidad hace muy poco y puede volver en cualquier momento, aunque algunos nos quieran hacer creer que ayer fue hace mil años para que compremos la última novedad.
Cambian los nombres que les damos, pero nuestras necesidades son las mismas. Cervantes y Compañía es más que un negocio, es un refugio en medio del caos. Sobre todo en este tiempo, que ya está durando demasiado, de ruido y mercaderes que gritan mucho para no dejarnos leer en paz.
Queremos ser una librería como las de antes: una librería cargada de futuro.